lunes, 15 de julio de 2013

MOLESKINE. Notas al pié de obra. Bienal de Venecia 2013

Kempinski de Neil Beloufa El puente entre Venecia y Paris pasando por Mali (descripción: Video de 15 minutos, filmado en Mali. Mezcla de documental y ciencia ficción, Beloufa entrevista a habitantes de una villa africana y los interroga sobre el futuro, pidiendo que las respuestas sean contestadas en tiempo presente. Este video se exhibe en el Arsenal como parte de la Bienal de Venecia 2013 y en exhibición permanente en el Centro Pompidou)
Filmado de noche, Beloufa hace hablar a los habitantes de una villa rural africana, iluminados apenas por unos neones portátiles. Relatan historias de ciencia ficción, hablan de la creación de imágenes, sueños y maravillas de un mundo oscuro, con cabras amigas y fieles compañeras sexuales. Cuentan de automóviles que hablan y deseos que se materializan de inmediato en escenas apenas iluminadas por tenues luces blancas y amenazantes torres de iluminación. Kempinski es un cartel luminoso que vemos apagado al comienzo del video y volvemos a ver (encendido) al final cuando nos desplazamos por un puente (o ruta elevada) interminable que, iluminada artificialmente, sobrevuela una naturaleza oscura salpicada por puntos de luz que nos recuerdan los testimonios que vimos al comienzo. Islas luminosas en un mundo nocturno (islas titilantes como ideas a punto de desaparecer). Luz eléctrica, luz inventada en alguna otra parte, interpretaciones vacilantes del mundo, apenas visibilizadas por un efímero resplandor blanco que estos hombres negros, pastores de un mundo excluido de la luz (salvo para ser vigilados por torres que los acechan por sobre las casas y los árboles) sostienen junto a sus caras mientras espantan a los insectos que una y otra vez son atraídos por ella. Las torres metálicas pertenecen a otro mundo, y su luz poderosa no llega a iluminar estas construcciones mentales sobre viajes sin vehículos, sobre los animales mágicos, sobre tecnologías futurísticas en tiempo presente. Un corte a un probable científico, o médico negro, en la densidad de un laboratorio apagado, ocultos sus ojos por lentes oscuros, inmóvil, mudo, violenta la disertación de un pastor sobre las leyes de la física que organizan el mundo. Habla de la necesidad de llevar luz de cualquier manera, de iluminar el misterio, de explicarlo como sea, de inventar una cosmogonía que preste algún sentido para poder cruzar ese puente/ruta iluminada que nace en el Kempinski (en eta época postcolonial) ahora encendido y que, sobrevolando la negrura, terminará, tal vez en algún otro lado. (o quizá sea sólo un juego luminosamente ingenioso de palabras)

No hay comentarios:

Publicar un comentario